martes, 4 de noviembre de 2008

de CREMATORIO ( texto número 17)



17


Los almanaques vomitaban el año 1991 o 1992. La atmosfera de la Sagrada iglesia era fría, como si los brazos de Dios fueran fríos, muchos de nosotros, arrodillados, murmurabamos la oración. La oración estaba escrita en dos lienzos gigantes al lado del altar. Nadie debía olvidar la letra. El padre Saladino, nuestro héroe y demonio, envuelto en blancas vestiduras, angeles caidos pegados a su cuerpo, Tomad y bebed todos de ÉL, y levantaba la ostia partida: Este es el cordero de DIOS que quita el pecado del mundo. Yo imaginaba un cordero en miniatura beeeeeee, beeeeeeeee, sonidos de oveja, porque no sabia ni se como hacen lso corderos, Saladino bebia el vino porque ese era la sangre derramada que nos salvaría, yo quería beber pero sabia que no me iba a salvar de nada, mi papa era borracho.
Nuestra señora de Monserrat.
nuestra comunión obligada.
nuestros padres nos mandaban al colegio privado pensando que nos enseñaban mejor, nosotros jugabamos al basquet en clase, pelotitas de papel encestadas en la estufa sobre la maestra Repetur, maestra de Ciencias naturales y matematica, enorme bola blanca, “Repegordur” y que buena estaba tu hija, hoy lesbiana, con esos senos que tenian nombres: “señoras tetas”.

Nosotros los lideres, le pegábamos a los seres inferiores, éramos la manada de muertos vivos, cuidado con nosotros, alumnos aplicados, porque les pediremos las respuestas a las pruebas, les pediremos la tarea y quizas algun juguete, haciamos pasarle la lengua a la baranda a todo aquel que no cumplia con nuestras demandas.
Y ahí estábamos, bajo los pies de los santos de mármol, completamente aterrados, el mármol latia, los ojos nos seguían, tomad y bebed todos de EL, en un circulo en trance profundo nos ayudabamos a la terrible empresa de incorporar a dios en nuestro cuerpo.
Como le decimos al Padre que nos hacemos la paja? Dijo El chileno Juan Bascuñan.
Yo no lo había pensado, sólo tenia para decir que le mentía a mi mama, que no devolví un vuelto y que había insultado a un compañero, la paja, era verdad, tenía que decirselo, ¿pero como? Juan Bascuñan tu pregunta nos sacudió como si fuéramos un termómetro, el padre Saladino lo sabia, seguramente pensaba en nuestras pijitas, estaba esperando el momento para hablarnos de los horrores de la auto complacencia, mire al Padre, ahora estaba arrojando agua de un pequeño cacharro que colgaba de una cadena, el agua caía como bombas sobre los discípulos presentes, note que de algunos salía como un humo, una especie de evaporación sagrada, era EL PERDON a los pecados, lo miré a los ojos, vi sabiduría en ellos, detrás estaba Jesús en su pose eterna, con los brazos clavados y separados por nuestros pecados, su corona de espinas y yo haciéndome la paja con fotos de Pamela Anderson que metía en dos folios y pegaba al lado de la ducha, no era digno, no iba a tomar la ostia, me escaparía al kiosko de mi bolivianita hermosa con la excusa de comprar algunas mielcitas y quizás un naranjú, la invitaría a pasear a Lavalle y florida, me atrevería de una buena vez, sos ojos como dos iluminadas bolas 8, negros y redondos, llenos de genes testigos de cumbres altiplanas me mirarían y con esos mismos ojos aceptaria y mientras los demas, valientes soldados derrotados peinados al medio aceptaban su herror anti-mandamientos, yo estaria mirando bandadas de palomas, de la mano de mi enamorada, lejos de las biblias y las oraciones.
Pero mi madre habia avisado a toda la familia y ellos vendrian algunas horas después para brindar por mi madurez religiosa, por seguir creciendo, por estar un paso mas cerca del reino de los cielos, Martín dijo : Ustedes digan que cometen actos impuros y listo, mi mama es la que toca la guitarra en el coro y me dijo eso.
Martín era el vandalo del grupo, siempre el mismo pantalón, tenias un tercer ojo martin, una cicatriz de pelea, nadie se queria pelear con vos, venias del hambre y las calles, pero creias en Dios y tenias unos ojos celestes que movilizaban, tu papa estaba loco Martin te acordas? Y pasaba toda la noche jugando con sus trenes electricos, trenes imposibles de tocar que apuraban la marcha sobre una ciudad a escala envuelta entre montañas y callecitas, no podíamos tocar la maqueta ni mirarlo jugar. A veces se quedaba mirando el techo desde su silla, y tenían la mano de tu abuela embalsamada en la pieza, con muchos anillos y las uñas rojo carmín. No podíamos dejar de confiar en vos, te respetábamos, así que lo decidí, no cometer actos impuros, ¿Por qué no? Le diria eso al cura, y el me mandaria 10 Padresnuestros y 10 Avemarías y listo, ostia nueva en mi cuerpo nuevo y cena familiar. Objetivo cumplido.
Javier mora fue el primero, Javier mora atajaba como los dioses y siempre lo trataba de elegir primero, Todo bien, tengo que rezar 5 Avemarías y listo, fue fácil.
Uno tras otro iban saliendo del confesionario, con un mapa de éxtasis que le dibujaba contornos faciales dignos de un teatro de amor. Lejos estaba la preocupación y el miedo, una paz se posaba sobre mi, sobre mi sangre, que seria la sangre de la alianza nueva y eterna que nos salvará, me arrodillé ante el cura, una postura muy incomoda, me dolieron las rodillas, me miró como quien mira las propagandas del cine antes de que empiece la película, con una mezcla de despreocupación y desinterés:

-Como te llamas, dijo.

-Juan, señor, Juan.
-Te escucho Juan, este día es muy importante para vos, tenes que dejar atrás tus pecados y recibir con los brazos abiertos la comunión del Señor.
-…..
-¿Hay algo de lo que te quieras arrepentir?

-yo le mentí a mi mamá y le dije a un compañero que era una putita.

-aham.

-Y le robe un sacapuntas a Rubén.
- Bueno hijo, esas cosas no son graves, ¿hay algo más que quieras confesar?

-Y……Emmmmm….yo…bueno yo…..cometí……cometí actos impuros.
Listo, me había salvado, sentí alas saliéndome por mi espalda, sentí la comunión venir arrastrando los pies por el aire para posarse en mi historia personal. 48kilos menos pesaba mi cuerpo y mi espíritu, todo el confesionario se llenó de un amarillo sol, hasta que miré al cura y vi un rostro desencajado, parecido a un rompecabezas recién volcado de la caja

-A que te referís cuando decís actos impuros?

Quede en blanco, mi boca se abrió, era un títere, pensé fugazmente en levantarme e irme, y también pensé fugazmente que el conocía a mi madre y el martes tendrían la ultima reunión post-comunión.
-Yo, a veces, cuando me quedo solo en mi casa, me toco, señor
-te tocas?

El sabia a lo que me referia, solo queria saber los detalles, el celibato seguramente le jugaba malas pasadas en sus circuitos mentales, quería un dato grafico, una imagen, sea cual fuera, de lo prohibido, una fotografia de la manzana de Adán.
-si, me toco mis partes intimas, conoce a Pamela anderson?, miro fotos suyas y me toco hasta que siento una sensación de paz y alegria.
Acompañando el chasqueo de sus labios con un movimiento craneal de negación me dijo:
-Eso esta mal, muy mal, antes de continuar haciéndolo, háblalo con tus padres, infórmate que el verdadero placer esta en las cosas pequeñas y sabias del reino de los cielos, Dios puso en la tierra infinidad de cosas celestiales para que tu gozo sea natural y verdadero, no recuras al pecado para lograrlo, rezá 20 horaciones y no olvides lo que dije.

-Gracias, dije, mientras me acordaba de mi papá diciendo “cuando te hagas la paja, no manches el piso porque las mujeres lo primero que hacen cuando entran a la pieza de un varón es mirar los pisos y tu madre es mujer.

Ahí entendi todo, ninguno de mis compañeros habia aceptado la masturbación.
Me sentía estafado por ellos y por la iglesia, pero yo experimentaba algo que ellos no: aceptarme como humano. Cuando les dije esto ellos se rieron de mí, en al fila que se dirigía al altar.
El momento de la ostia esta en forma de fotografía en el living de mi casa, El rayo láser procedente de los ojos de Saladino era de color ultravioleta y en la foto no se ve, pero lo sentí, sentí como me metió la ostia de la misma manera que uno introduce con odio una carta de renuncia por malos tratos en un buzón, el vino empapo la superficie porosa de mi lengua y lo saboree, me gustó el vino pero no la ostia, la ostia era dios y se había pegado a mi paladar, como negándose a bajar por mi traquea hasta mis pecados, decidí morderla , sacarla de mi boca, la tiré disimuladamente bajo mis zapatos.
Afuera estaba mi abuelo posado sobre un auto, el lo había dicho “Ni por putas me meto ahí adentro” pero había ido hasta la avenida Belgrano, lo cual fue el verdadero milagro de la tarde.
-¡Andá a bañarte, sucio, vociferó mi mamá, que ya esta por venir la tía.
Agarré la bata, el calzoncillo azul de los pitufos, la toalla, las fotos de Pamela con sus respectivos folios y cerré la puerta.